Carta Pastoral.- Corpus Día Nacional de Caridad

Querido fieles diocesanos:

1. La fiesta del Corpus Christi nos remonta al clima espiritual del Jueves Santo, el día en que Cristo, en la víspera de su pasión, instituyó en el Cenáculo la Santísima Eucaristía. Mientras en aquella tarde se revive el misterio de Cristo que se entrega a nosotros en el pan y en el vino, en la celebración de esta Fiesta del Corpus, este mismo misterio se nos presenta para la adoración y la meditación del Pueblo de Dios.
El Santísimo Sacramento se lleva en procesión por las calles de nuestras ciudades, pueblos y aldeas, para manifestar que Cristo resucitado camina con nosotros, en medio de nosotros, nos alimenta y nos conduce hacia el reino de los cielos. Todos podemos así encontrarnos con Jesús que pasa a nuestro lado, como acontecía en los caminos de Galilea, Samaría y Judea. Nos cura y nos renueva por la fuerza de su amor. Nos dirá, desde la Custodia: “Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo” (Ap. 3,20).
2. Coincide con esta fiesta del Corpus el Día Nacional de la Caridad, y es que, en torno al este Sacramento del Amor, el ser humano se siente acogido incondicionalmente por Dios, y esa sensación abre nuestro interior para acoger también a todos nuestros hermanos. La Eucaristía fuente de amor que crea en nosotros el talante con que actuó Jesús a lo largo de su vida. Acogió a los rechazados de entonces: publicanos, leprosos, adúlteras, samaritanos, extranjeros, identificándose con ellos desde un corazón lleno de misericordia.
En la Comunión y ante la Eucaristía sus discípulos nos unimos a Jesucristo de tal forma que bien podemos decir con San Pablo: “Es Cristo quien vive en mí”. Por ello, junto a Él, llenos de su mismo amor, miramos a nuestro mundo con sus ojos. Y estos se fijan en los exiliados, refugiados, emigrantes, los sin hogar, los menores y ancianos con problemas, hambrientos en el tercer mundo…
Jesús nos invita y nos dice en el momento de la Comunión y desde la Custodia en este día: “anda y haz tú lo mismo” (Lc 10, 37)., haz el bien.

3. Amigos: somos responsables de lo que hemos recibido. Cristo desde la Eucaristía, nos urge a ser solidarios con el necesitado, dejando aparte su color, su raza, mirando sólo sus pobrezas. Mientras le llevamos por las calles y plazas, nos va mostrando en el corazón las llagas doloridas de la familia humana, y nos dice: amaos como yo os he amado. Dad como yo he dado.
Pongamos en manos de Cáritas nuestra ayuda para que distribuya, pero el amor cristiano no se agota con desprendernos de unos euros; es, sobre todo, acercarnos al que se queja y aportar nuestro bálsamo de amor sincero, de igual a igual, como hijos que somos todos del mismo Padre misericordioso.
Hacemos nuestro el lema de Cáritas para todo este año: “Practica la Justicia. Deja tu huella”.
Con mi afecto y agradecimiento en el Señor.
19 de Mayo de 2016
X Ramón del Hoyo López
     Obispo Adm. Apostólico 
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