ANEXO AL PLAN DE PASTORAL DIOCESANO

HE QUERIDO ENTENDER

"Al pasear por las desconocidas calles de mi nueva parroquia, he querido entender…"

Por José Antonio García Romero

Párroco de Santa María la Mayor

Hace unos días que se publicó el nuevo Plan de Pastoral para la Diócesis de Jaén que estará vigente en los dos próximos años. Dos años máximo, dado el periodo que le falta al Obispo para presentar la renuncia por motivos de edad. Confieso que aún no he podido estudiarlo y, debo hacerlo ya, dado que en los próximos días tengo convocada una Asamblea parroquial. Pero, lo que son las cosas…, me he encontrado con un anexo al Plan de Pastoral Diocesano que, repito, aún no lo he estudiado detenidamente.

Me explico. Acabo de “patearme” el anexo al plan de pastoral. Y digo bien –“patearme”-, porque no es un término con el que quiera jugar semánticamente. El pasado 9 de Septiembre tomé posesión de la nueva parroquia –Santa María la Mayor de Alcaudete, Jaén-, como dije con temor y temblor, palabras tomadas del salmo 2 –“Servíte Dómino in timóre et exsultáte ei cum tremóre” (Servid al Señor con temor, y ensalzadle con temblor santo). Y pasados los primeros días, donde uno se puede permitir cierta “luna de miel” con los nuevos feligreses, se vuelve a la realidad con prontitud. Y hoy ha tocado así. Paseando por algunas calles desconocidas del nuevo pueblo, encontrándome con pocas caras desconocidas, dadas las horas de paseo, he podido “pisar” la tarea y la mies que tenemos por delante. Sólo un poco. Aquí pongo un primer adelanto.

“¡Comadre!, que te llaman por teléfono”, ha sido la primera frase en mitad de la temprana tarde a la que me he atrevido a salir a la calle. Una gitana a su comadre, que comparten el teléfono, creo que por culpa de la crisis. He descubierto que por esta parte de la provincia, en este rincón de Andalucía, en el cruce de tres provincias, la otra cara del boom económico no ha dejado su huella inhumana y fría. Conozco otras realidades donde la renta per cápita se ha paseado durante mucho tiempo por los primeros puestos; donde se tenía dos coches, dos viviendas, varios sueldos, fracasos escolares y crecimiento vertical sin freno ni límite; donde le ponían una empresa y ya era empresario con talón bancario incluido. No estoy criticando ni hablando mal de nada ni de nadie. Simplemente esa es la realidad que me he encontrado en algún lugar que otro. Esta otra geografía no sabe nada de esa mella producida por el crecimiento económico y se mantienen en una economía mucho más sencilla, basada en la familia: ¡Comadre!...

He querido entender que Dios quiere llegar a todos los rincones con serenidad, sin división, con misericordia. He querido entender que Dios quiere seguir sembrando su Evangelio a la vieja usanza del encuentro personal con cada uno, con cada una, mirándole a la cara, preguntándole por esa historia que se esconde detrás de cada rostro… A pesar de la pobreza que he palpado por estas calles, no termino de asombrarme por la sonrisa, por la alegría, por la ilusión de esta gente que me da la impresión que esconden grandes planes en su interior.

Pero también he querido entender que hay mucha división en la familia de los hijos de Dios, en la comunidad cristiana, entre los miembros de la misma parroquia. No me voy a preguntar por el culpable o por los culpables. Yo también soy uno de ellos, en cuanto que mi oración y mi mortificación no están al nivel de las necesidades que hoy he querido entender. De ahí, que la frase de Cristo –“La mies es abundante y los trabajadores pocos”-, adquiera más sentido que nunca.

Pero en dos fachadas me he encontrado con la imagen de la Virgen de la Fuensanta, que en este pueblo se venera como Patrona. A Ella le he pedido que surjan en esta familia, gente que quieran ser buenos instrumentos de unidad y misericordia. Espero que mi oración sea escuchada y mi petición acogida por quien se dé por aludido.