Palabras de Presentación en Alcaudete de D. José Antonio García Romero

¡¡¡CON TEMOR Y TEMBLOR!!!
PALABRAS TOMA DE POSESION
9 DE SEPTIEMBRE DE 2014

Mis queridos amigos. Mis primeras palabras quieren ser para mis nuevos feligreses de esta parroquia de Santa María la Mayor de Alcaudete: Con temor y temblorvengo hasta vosotros –tal y como me distéis oportunidad de manifestaros por escrito en el boletín publicado con motivo de las Fiestas de la Velada en honor a la Virgen de la Fuensanta el pasado mes de agosto-. Repito: “Con temor y temblor” me presento ante vosotros, -no me avergüenzo de reconocerlo-, Alcaudetenses que habéis subido hasta este magnífico templo parroquial de Santa María la Mayor. Muchísimas gracias.
        Vengo de la parroquia de San Juan Evangelista de Mancha Real, donde me he sentido como en mi propia casa, entre gente que me han considerado de su familia y yo me he sentido como entre mi familia durante trece años. Allí, durante un tiempo, sólo he tenido “intercesores”, ya que el Señor, iba llamando a los sacerdotes que me antecedieron para llevarlos a la casa del Padre. Pronto me quedé sin antecesores, pero me di cuenta que había ganado en intercesores.
Ahora llego a una parroquia, esta de Santa María la Mayor de Alcaudete, si cabe con más intercesores y antecesores. Algunos de ellos sé que ya estarán en el cielo pidiendo por este “cura de parroquia de pueblo”, como siempre me han definido desde tiempos del Obispo Don Miguel Peinado, aparte de otras lindezas como “golfo” o “socarrón”…, por parte de otros compañeros sacerdotes. Me pongo en manos de Don José Sánchez Alabarce y de Don Manuel Heredia Gascón, que dieron su vida por la fe en tiempos difíciles; me encomendaré a aquellos sacerdotes que han sido llamados por Dios a lo largo de los últimos años y que dedicaron toda su vida a sembrar la buena semilla de la palabra de Dios en estas tierras milenarias.
También tengo la certeza que a partir de ahora me tendrán en sus oraciones sacerdotes como Don José Antonio Sánchez, hijo de Alcaudete al que tanto afecto de amistad me une por motivos de la Abuela Santa Ana, Don Francisco Pérez Pinel, D. Pedro Ortega, D. Juan Enrique Lucas, D. Emilio Samaniego, D. Joaquín Tuñón, D. Ildefonso Fernández, D. Pedro Montesinos, Don Juan Ramón, que como Arcipreste ha presidido esta eucaristía, D. Manuel Morales, Don Manuel Carmona Bueno, y sobre todo Don Sebastián Moreno, que ha estado con vosotros en los últimos siete años, para quien os pido que lo sigáis teniendo muy presente en vuestras oraciones, sin olvidar que lo llaméis de vez en cuando y al que le digo desde aquí, que esta sigue siendo su casa y que tiene siempre las puertas abiertas para cuando lo desee y sus amigos se lo pidan.
Os pido, igualmente, que no os olvidéis de mí y pedir mucho al Señor, para que sepa estar a la altura que mis compañeros sacerdotes han puesto a esta comunidad parroquial. Mi agradecimiento a la comunidad parroquia de San Pedro Apóstol que estáis aquí, junto con vuestro párroco, mi buen amigo Manuel Carmona.
Muchos de vosotros os estaréis preguntando: ¿Qué va a cambiar a partir de ahora en Santa María la Mayor? ¿Qué novedades o sorpresas nos deparará en los próximos días el nuevo cura? No quiero desilusionaros, ni crear grandes expectativas, que más tarde se puedan ver truncadas. Os voy a decir claramente lo que va a cambiar a partir de ahora mismo…, -¡sin soberbia!- Sólo cambia el envoltorio, el sobre de la carta, la cubierta… Que ya podéis ver…, no es nada atractivo. Permanece el mensaje de Cristo, permanece el misterio de su presencia en vuestras familias a través de los Sacramentos que intentaré celebrar con toda piedad, permanece la mano acogedora de Cristo en los enfermos, la formación religiosa en todos sus ámbitos de Catequesis y Cofradías, en niños, en jóvenes, adultos y matrimonios, permanece la inquietud de fomentar las llamadas especiales de Cristo a los jóvenes para una vocación específica, hacer surgir un grupo numeroso de familias cristianas, permanecerá y se reforzará el mandamiento nuevo del amor que Cristo nos dio en la institución de Cáritas, permanecerá la oración de vuestro párroco despachando a diario con Cristo vuestros problemas, ilusiones, alegrías…, permanecerán vuestras tradiciones religiosas y culturales… 
Por eso he querido poner en los dípticos, que la Cofradía de la Virgen de la Fuensanta ha preparado y que se van a repartir, que Cristo fue enviando a sus discípulos a aquellos lugares donde Él pensaba ir. Ese será mi trabajo: Aprender de vosotros, de vuestras costumbres y tradiciones, que me iréis enseñando día a día. Sólo prometo ser un buen alumno. Me comprometo a renovar mi propósito de ser un cura bueno y alcanzar la santidad entre vosotros en Alcaudete; ayudaros a querer más a Cristo, a acercaros a Él, a que os agarréis de la mano de la Virgen de la Fuensanta -¡mejor aún, que nos podríamos soltar cuando veamos un peligro; pedirle a nuestra Madre que nos coja de la mano, porque Ella no nos soltará por muy grandes que sean los peligros!-; ¡cómo me gustaría que, por medio de este instrumento que la Iglesia Diocesana os envía a vosotros, podáis entusiasmaros con el Mensaje y el seguimiento a Cristo y con presencia siempre necesaria de la Santísima Virgen María!
En el apartado de los agradecimientos, dar las gracias a los compañeros sacerdotes que ha podido acompañarme con su presencia y oración en esta misa de inicio de mi trabajo en Alcaudete. 
Dar las gracias a otros compañeros que no han podido acudir, pero que noto su oración por este cura. 
Gracias a mi familia de sangre: Mi madre, mis hermanos, mis cuñados y mis sobrinos. Todos, menos la abuela, os quedáis en Mancha Real, pero tan solo nos distancia unas decenas de kilómetros y siempre nos podemos encontrar en puntos equidistantes. 
Gracias a los que os habéis desplazado desde Mancha Real, sin tiempo aún de haberos recuperado de la inmensa alegría por haber acogido y recibido a vuestro nuevo párroco Don Mariano Cabeza. 
Dar las gracias a los amigos incondicionales de Arjonilla, Santa Ana, Villardompardo, Arjona…, que mantenéis un grato recuerdo de mi paso entre vosotros, y os doy las gracias porque, a pesar de las dificultades, seguís hablando bien de mí. 
Doy las gracias a mis paisanos de Baena, con sus curas al frente –gracias Don Manuel, Don Juan, Don Guillermo, Don José, Don Manuel, el cura de Luque-, que os habéis acercado hasta aquí, en vecindad geográfica y por la acogida que me habéis hecho en los últimos meses, después de recuperar en parte las raíces perdidas por mis correrías apostólicas en la provincia de Jaén. 
Ahora sigue siendo igual –me debo por entero a la Diócesis de Jaén. Así lo he manifestado en la renovación de las promesas-, pero en una distancia corta. Gracias a las autoridades de Alcaudete que han sacado un poco de tiempo de su trabajo para acompañarnos en estos alegres momentos.
Para terminar, cosa que me agradeceréis, deciros que os pido la clemencia de esperar a los primeros cien días. Durante ese tiempo, imitando generosamente a lo que suele decir el Papa Francisco, no os olvidéis de rezar por mí, por los sacerdotes, por las futuras vocaciones sacerdotales y religiosas, por la presencia de muchas familias cristianas… Bastaría con hablarle bien a la Virgen de la Fuensanta de mí. Y a todos los que habéis venido de las anteriores parroquias y de otros lugares, que no os olvidéis de ser felices. Y siempre me tendréis a vuestra disposición en estas tierras que cuentan su historia con cientos de años. Ya me siento entre vosotros como uno más de Alcaudete.
A lo largo de mi vida sacerdotal, siempre he tenido como compañera de viaje a la Santísima Virgen María. En la mayoría de las veces, bajo la vocación del Rosario. En una parroquia hasta doble (Rosario y Virgen de las Batallas); en otra compitiendo en piedad y devoción con la Inmaculada. Ahora llego hasta el petril del pozo de la Fuente Santa, hasta la Virgen de la Fuensanta; hasta el mejor sitio que Ella, nuestra Madre, nos puede preparar. Ya estoy deseando poder celebrar la primera misa en el Santuario de su mismo nombre, en el Altar de su Hijo Jesucristo. 

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