1. Casi a las puertas de la clausura del Año de la Fe celebramos en nuestra Diócesis, como en años anteriores, el Encuentro Eucarístico diocesano, en los inicios de este nuevo curso pastoral. Como saben mi finalidad primordial es, desde la oración común ante el Santísimo Sacramento, animar y coordinar en la Diócesis el culto y devoción a la Eucaristía.
Pensemos, una vez más, que la Iglesia está construida en trono a Cristo y que la Eucaristía es el sacramento de su unidad, porque todos formamos un solo cuerpo, cuya cabeza es el Señor. Fue en la última Cena del Jueves Santo, donde recibimos la prenda del misterio de nuestra redención en la cruz. Allí nació la Iglesia de todos los tiempos. En la Eucaristía se renueva continuamente el sacrificio de Cristo y se renueva también continuamente Pentecostés. Jesús continua amándonos “hasta el extremo” en el Sacramento eucarístico hasta darnos su mismo cuerpo y sangre (cf. Jn 13, 1).
Como nos recuerda el Concilio Vaticano II. La Eucaristía es el Sacramento por excelencia que nos introduce anticipadamente en la vida eterna, que contiene todo el misterio de nuestra salvación y es la fuente y la cumbre de la acción y de la vida de la Iglesia (cf. Sacrosantum Concilium, 8).
2. Nunca insistiremos lo suficiente en invitar a todos los fieles diocesanos, sacerdotes, consagrados y laicos, en que se comprometan a profundizar y acercarse a tan excelso Sacramento, como el tesoro más precioso de nuestra madre la Iglesia.
Es en la Eucaristía donde cada uno, cada familia y comunidad, fortalecemos nuestra fe y recibimos el impulso para ser testigos fieles del Evangelio, desde nuestra entrega decidida y alegre al cumplimiento de la misión que el Señor nos ha confiado.
Este Encuentro anual promovido por el Encargado de la promoción y coordinación de la Adoración Eucarística en la Diócesis, el sacerdote D. Mariano Cabeza Peralta, pretende ser un signo y, sobre todo, súplica de que esta Iglesia diocesana vive, y pretende vivir con mayor intensidad aún junto a la Eucaristía, desde nuestros conventos de clausura, comunidades parroquiales, colegios, asociaciones y movimientos, hasta el compromiso común de acercar a este Sacramento a los niños y niñas en cuanto despierten al uso de razón.
3. Gracias a dios serían muchos los hechos positivos para enumerar en este sentido, pero sí deseo darles a conocer, al tiempo que animo a las comunidades parroquiales a cuidar con especial atención la Hora Santa semanal de los jueves, los siguientes:
En varias Iglesias de la Diócesis: S. I. Catedral de Jaén, en la cripta, en las Parroquias de Santa María, de Linares, de Santa María del Alcázar y San Andrés, de Baeza, La Inmaculada, de Canena, La Asunción de Ntra. Sra., de Albanchez de Mágina, y Santo Domingo de Guzmán, de Torres, se ha instaurado la Adoración diaria al Santísimo, durante varias horas, excepto los domingos y días festivos.
Sigue consolidándose y creciendo el “Adoremus” en el último viernes de cada mes en la Iglesia del Real Monasterio de la Purísima Concepción (Bernardas), de la ciudad de Jaén, bajo la dirección y apoyo de la Delegación de juventud.
Ha surgido, también, en este Año de la Fe, otra gozosa realidad apoyada por la Adoración Nocturna diocesana: un numeroso grupo de jóvenes y adolescentes adoradores que hemos de animar y apoyar. Puede ser el relevo generacional en nuestra Diócesis de tan querida institución eclesial.
4. Demos, por todo ello, muchas gracias a Dios.
Durante el presente curso pastoral roguemos con insistencia ante el Señor de la mies que envíe obreros a su Iglesia: sacerdotes, consagrados y consagradas, matrimonios que hagan de sus familias verdaderas iglesias domésticas, y misioneros que anuncien el Evangelio donde no se ha predicado todavía o parece ya olvidado.
Les invito a reunirnos en el Seminario en el próximo Encuentro que les anuncio. ¡Ojalá estuvieran representados todos los arciprestazgos, para animar luego a los demás fieles! “Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar”.
Con mi saludo agradecido en el Señor.
+ Ramón del Hoyo López, Obispo de Jaén
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