¿Estas sin alternativas?, no con fe...
Hay momentos en que no sabemos por dónde ir. Los problemas avanzan y crecen con el pasar del tiempo. La mente analiza posibles soluciones y en cada una de ella encuentra dificultades más o menos serias.
Surge entonces en el alma un extraño deseo de rendirse. Sin alternativas viables, la parálisis está a la vuelta de la esquina.
Desde la fe, sin embargo, es posible seguir en camino. Porque sabemos que más allá de los problemas existe un Dios bueno. Porque la gracia puede iluminar hasta los corazones más oscurecidos. Porque el amor siempre rompe las barreras levantadas por el desaliento.
La fe verdadera lleva a mirar más arriba y más lejos. Con Dios siempre hay alternativas. Basta con descubrirlas desde la oración, con la fuerza que ofrece el saber que Dios camina con nosotros, que nos ama, que está vivo, que lo tocamos y lo vemos en el misterio de la Eucaristía.
El mundo adquiere un tono distinto cuando lo miramos todo desde la fe. No hay problemas sin solución, no hay caídas sin medicina, no hay pecados a los que no pueda llegar la misericordia.
Cada existencia humana, vivida con la fe que nos llega del mismo Jesucristo, adquiere una luz y unas energias insospechadas.
Hoy es un día lleno de esperanza. Los miedos quedan vencidos. Brilla, en lo más íntimo del alma, la certeza que nace de la fe. Llega el momento de poner manos a la obra. El "resto" (es decir, todo) queda puesto en las manos de Dios que nos ama personalmente y al que llamamos, simplemente, Padre nuestro.
Surge entonces en el alma un extraño deseo de rendirse. Sin alternativas viables, la parálisis está a la vuelta de la esquina.
Desde la fe, sin embargo, es posible seguir en camino. Porque sabemos que más allá de los problemas existe un Dios bueno. Porque la gracia puede iluminar hasta los corazones más oscurecidos. Porque el amor siempre rompe las barreras levantadas por el desaliento.
La fe verdadera lleva a mirar más arriba y más lejos. Con Dios siempre hay alternativas. Basta con descubrirlas desde la oración, con la fuerza que ofrece el saber que Dios camina con nosotros, que nos ama, que está vivo, que lo tocamos y lo vemos en el misterio de la Eucaristía.
El mundo adquiere un tono distinto cuando lo miramos todo desde la fe. No hay problemas sin solución, no hay caídas sin medicina, no hay pecados a los que no pueda llegar la misericordia.
Cada existencia humana, vivida con la fe que nos llega del mismo Jesucristo, adquiere una luz y unas energias insospechadas.
Hoy es un día lleno de esperanza. Los miedos quedan vencidos. Brilla, en lo más íntimo del alma, la certeza que nace de la fe. Llega el momento de poner manos a la obra. El "resto" (es decir, todo) queda puesto en las manos de Dios que nos ama personalmente y al que llamamos, simplemente, Padre nuestro.
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