Una de cada cinco religiosas de la provincia de Burgos está en La Aguilera. El Monasterio de San Pedro Regalado y los edificios que ha visto crecer a su alrededor se han convertido en una de las comunidades de monjas más importantes de España. Hace poco más de dos años que se presentaron públicamente en sociedad, con una misa de acción de gracias multitudinaria en la Catedral de Burgos, y a día de hoy siguen creciendo.
Iesu Communio, el instituto religioso femenino de derecho pontificio, cuenta en la actualidad con 220 mujeres en sus filas frente a las 185 que eran en febrero de 2011. Un año antes se hablaba de 130. Va camino de duplicarse en cosa de tres años.
Su número supone casi el 20% de las alrededor de 1.100 religiosas que tiene censadas la Archidiócesis de Burgos, donde muchos conventos no pasan de la veintena de componentes y algunos están o han estado en riesgo serio de desaparición, cuando no han cerrado. Pero en La Aguilera van en aumento, tal y como confirman al otro lado del teléfono en el convento cercano a Aranda de Duero. Desde allí Sor Andrea, que ejerce de portavoz, sostiene que su vida «es muy sencilla» y que prefieren alejarse del ruido. No conceden entrevistas y se ven obligadas a rechazar peticiones de decenas de medios de comunicación. Procuran evitar que se hable de ellas en los medios. Pero siguen dando mucho que hablar entre la iglesia burgalesa, española y hasta internacional.
Su crecimiento sorprende incluso a la administración, que la semana pasada a través del Ayuntamiento de Aranda legalizó a posteriori las cinco construcciones que el Instituto construyó en torno al santuario: albergue, salas auxiliares, celdas, locutorios y dependencias conventuales, todo ello con forma de edificios circulares. Cuando se levantaron se obviaron las perceptivas licencias de obras y ahora la Junta de Gobierno Local arandina ha tenido que otorgarles el visto bueno, con los hechos consumados.
La explosión de vocaciones en La Aguilera también ha llevado a sus responsables a solicitar la construcción de una iglesia de nueva planta, un trámite que todavía sigue pendiente ante el Consistorio de la localidad. Y tienen pendiente la restauración de la iglesia de San Pedro Regalado, a la que incluso parece estar dispuesto a contribuir el colectivo torero (el santo es su patrón) como demostraron el pasado fin de semana organizando un festival taurino cuya recaudación se anunció para las hermanas.
La rapidez con la que el nuevo fenómeno religioso parece haberse asentado sigue generando una mezcla entre admiración y escepticismo entre el resto de miembros de la comunidad católica. «Toda orden en su nacimiento ha tenido dificultades. Estos procesos siempre han sido dolorosos, costosos, llevando la cruz a cuestas como nosotros decimos», reflexiona el superior de otra orden con importante presencia en Burgos:«En su caso, sin embargo, de momento todo parece irles sobre ruedas, aunque seguro que también se enfrentarán a dificultades».
Puede ser peligroso, por ejemplo, el riesgo de morir de éxito. El de ser una comunidad demasiado numerosa como para repartirse entre las pequeñas dependencias que tienen en Lerma y el complejo de La Aguilera. Por eso hace tiempo que se especula con que Iessu Communio necesitará otras sedes, empezar a expandirse a otros territorios. Cuentan, por ejemplo, que hace unos meses estuvieron visitando una casa religiosa abandonada en Segovia, al lado del santuario de La Fuencisla, y barajaron adquirirla, pero la desecharon al carecer de campo de deportes. Sor Verónica lo consideró un déficit importante.
Porque Iesu Communio es, sobre todo, la obra de su superiora y fundadora, que proyectó y logró la escisión de las Clarisas de Lerma el 8 de diciembre de 2010, festividad de La Inmaculada, cuando Roma reconoció a la nueva orden. Todos los que han tratado a Sor Verónica (María José Berzosa antes de su ordenación, hermana del también arandino Raúl Berzosa, obispo de Ciudad Rodrigo) mencionan su carisma y su capacidad de seducción. Y su fuerte personalidad se nota en todo lo que hace la comunidad. Las llaman ‘las veroniquesas’.
Entre quienes han pasado por allí de visita es famoso el auditorio circular en el que reciben a familiares y visitantes. El ambiente que allí se genera. La alegría que transmiten las monjas y las novicias, que a muchos entusiasma y a más de uno chirría por su fuerte contraste con la dureza de la vida fuera de las paredes del convento. «No son monjas de clausura normales», explica un componente de otra orden burgalesa, que también prefiere guardar el anonimato para no despertar suspicacias.
«Charlan con la gente, tienen contacto con las visitas, prácticamente podríamos decir que hacen apostolado», añade este religioso que ha vivido en primera persona la experiencia. A la mínima, las religiosas se ponen a cantar. «Hasta sevillanas», menciona como experiencia de una de sus visitas. Y el visitante sale de allí atónito. Algunos, entusiasmados. Otros, con sensaciones contradictorias.
Al ser preguntada por el perfil de sus incorporaciones, que reducen aún más la ya de por sí joven edad media en Iesu Communio, Sor Andrea, la portavoz, asegura que «no se puede generalizar. Es muy heterogéneo». Desde fuera, sin embargo, se habla de que la cantera de esta comunidad que sorprendió a todos vistiendo con hábito de tela vaquera como signo de distinción está formada, sobre todo, por familias procedentes de movimientos conservadores de la Iglesia: neocatecumenales, Comunión y Liberación, Opus Dei...
En torno al bautizado como ‘milagro’ de La Aguilera han corrido ya ríos de tinta. Que su costoso proyecto ha sido financiado por importantes banqueros y empresarios. Que han contado con el indisimulado favor de la Conferencia Episcopal Española y hasta del Vaticano. Las monjas de Lerma-La Aguilera han crecido durante el mandato de Benedicto XVI. Ahora Roma tiene un nuevo Papa, Francisco. ¿Le han invitado a conocer su comunidad? «No decimos ni que sí ni que no», responde la portavoz de la comunidad.
Venga o no a verlas el Santo Padre, lo que seguirán necesitando serán vías de financiación para abordar los gastos de una población de más de 200 personas. Donaciones particulares o empresariales aparte, las monjas han optado por la pastelería como fuente de ingresos.
Desde antes de Navidad varios supermercados Carrefour distribuyen sus productos y la página web del Instituto, muy sobria, dispone de un enlace a la tienda on-line de ‘Pequeña Repostería’ donde se pueden hacer encargos y pagar con tarjeta de crédito, el sistema Paypal o transferencia bancaria. Quizá el bombón volcano o las tartaletas de queso con limón contribuyan a seguir expandiendo el milagro que soñó sor Verónica.
Iesu Communio, el instituto religioso femenino de derecho pontificio, cuenta en la actualidad con 220 mujeres en sus filas frente a las 185 que eran en febrero de 2011. Un año antes se hablaba de 130. Va camino de duplicarse en cosa de tres años.
Su número supone casi el 20% de las alrededor de 1.100 religiosas que tiene censadas la Archidiócesis de Burgos, donde muchos conventos no pasan de la veintena de componentes y algunos están o han estado en riesgo serio de desaparición, cuando no han cerrado. Pero en La Aguilera van en aumento, tal y como confirman al otro lado del teléfono en el convento cercano a Aranda de Duero. Desde allí Sor Andrea, que ejerce de portavoz, sostiene que su vida «es muy sencilla» y que prefieren alejarse del ruido. No conceden entrevistas y se ven obligadas a rechazar peticiones de decenas de medios de comunicación. Procuran evitar que se hable de ellas en los medios. Pero siguen dando mucho que hablar entre la iglesia burgalesa, española y hasta internacional.
Su crecimiento sorprende incluso a la administración, que la semana pasada a través del Ayuntamiento de Aranda legalizó a posteriori las cinco construcciones que el Instituto construyó en torno al santuario: albergue, salas auxiliares, celdas, locutorios y dependencias conventuales, todo ello con forma de edificios circulares. Cuando se levantaron se obviaron las perceptivas licencias de obras y ahora la Junta de Gobierno Local arandina ha tenido que otorgarles el visto bueno, con los hechos consumados.
La explosión de vocaciones en La Aguilera también ha llevado a sus responsables a solicitar la construcción de una iglesia de nueva planta, un trámite que todavía sigue pendiente ante el Consistorio de la localidad. Y tienen pendiente la restauración de la iglesia de San Pedro Regalado, a la que incluso parece estar dispuesto a contribuir el colectivo torero (el santo es su patrón) como demostraron el pasado fin de semana organizando un festival taurino cuya recaudación se anunció para las hermanas.
La rapidez con la que el nuevo fenómeno religioso parece haberse asentado sigue generando una mezcla entre admiración y escepticismo entre el resto de miembros de la comunidad católica. «Toda orden en su nacimiento ha tenido dificultades. Estos procesos siempre han sido dolorosos, costosos, llevando la cruz a cuestas como nosotros decimos», reflexiona el superior de otra orden con importante presencia en Burgos:«En su caso, sin embargo, de momento todo parece irles sobre ruedas, aunque seguro que también se enfrentarán a dificultades».
Puede ser peligroso, por ejemplo, el riesgo de morir de éxito. El de ser una comunidad demasiado numerosa como para repartirse entre las pequeñas dependencias que tienen en Lerma y el complejo de La Aguilera. Por eso hace tiempo que se especula con que Iessu Communio necesitará otras sedes, empezar a expandirse a otros territorios. Cuentan, por ejemplo, que hace unos meses estuvieron visitando una casa religiosa abandonada en Segovia, al lado del santuario de La Fuencisla, y barajaron adquirirla, pero la desecharon al carecer de campo de deportes. Sor Verónica lo consideró un déficit importante.
Porque Iesu Communio es, sobre todo, la obra de su superiora y fundadora, que proyectó y logró la escisión de las Clarisas de Lerma el 8 de diciembre de 2010, festividad de La Inmaculada, cuando Roma reconoció a la nueva orden. Todos los que han tratado a Sor Verónica (María José Berzosa antes de su ordenación, hermana del también arandino Raúl Berzosa, obispo de Ciudad Rodrigo) mencionan su carisma y su capacidad de seducción. Y su fuerte personalidad se nota en todo lo que hace la comunidad. Las llaman ‘las veroniquesas’.
Entre quienes han pasado por allí de visita es famoso el auditorio circular en el que reciben a familiares y visitantes. El ambiente que allí se genera. La alegría que transmiten las monjas y las novicias, que a muchos entusiasma y a más de uno chirría por su fuerte contraste con la dureza de la vida fuera de las paredes del convento. «No son monjas de clausura normales», explica un componente de otra orden burgalesa, que también prefiere guardar el anonimato para no despertar suspicacias.
«Charlan con la gente, tienen contacto con las visitas, prácticamente podríamos decir que hacen apostolado», añade este religioso que ha vivido en primera persona la experiencia. A la mínima, las religiosas se ponen a cantar. «Hasta sevillanas», menciona como experiencia de una de sus visitas. Y el visitante sale de allí atónito. Algunos, entusiasmados. Otros, con sensaciones contradictorias.
Al ser preguntada por el perfil de sus incorporaciones, que reducen aún más la ya de por sí joven edad media en Iesu Communio, Sor Andrea, la portavoz, asegura que «no se puede generalizar. Es muy heterogéneo». Desde fuera, sin embargo, se habla de que la cantera de esta comunidad que sorprendió a todos vistiendo con hábito de tela vaquera como signo de distinción está formada, sobre todo, por familias procedentes de movimientos conservadores de la Iglesia: neocatecumenales, Comunión y Liberación, Opus Dei...
En torno al bautizado como ‘milagro’ de La Aguilera han corrido ya ríos de tinta. Que su costoso proyecto ha sido financiado por importantes banqueros y empresarios. Que han contado con el indisimulado favor de la Conferencia Episcopal Española y hasta del Vaticano. Las monjas de Lerma-La Aguilera han crecido durante el mandato de Benedicto XVI. Ahora Roma tiene un nuevo Papa, Francisco. ¿Le han invitado a conocer su comunidad? «No decimos ni que sí ni que no», responde la portavoz de la comunidad.
Venga o no a verlas el Santo Padre, lo que seguirán necesitando serán vías de financiación para abordar los gastos de una población de más de 200 personas. Donaciones particulares o empresariales aparte, las monjas han optado por la pastelería como fuente de ingresos.
Desde antes de Navidad varios supermercados Carrefour distribuyen sus productos y la página web del Instituto, muy sobria, dispone de un enlace a la tienda on-line de ‘Pequeña Repostería’ donde se pueden hacer encargos y pagar con tarjeta de crédito, el sistema Paypal o transferencia bancaria. Quizá el bombón volcano o las tartaletas de queso con limón contribuyan a seguir expandiendo el milagro que soñó sor Verónica.
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