(Entrevista de Jesús Bastante).- Álvaro Ginel es salesiano, fundador y director de la revista "Catequistas". "Sabemos qué es la catequesis, pero no cómo meterla en la realidad de la iniciación cristiana", apunta sobre el estado de lo catequético en España. Autor de numerosas obras sobre esta materia, Ginel confiesa que "le encantan" las catequesis del pontificado de Francisco.Le da mucha importancia a la forma ("la vida humana se expresa a  través de cosas bellas", afirma), pero también al fondo, y es por esto  que critica que actualmente, "en catequesis, nos estamos conformando con que la gente aprenda cosas y repita fórmulas". 
-¿La revista se fundó en el 85? En el verano del 84 comenzamos los primeros bocetos de la revista, y el primer número salió en el 85. Así que ya llevo años con la revista.
-¿Cuál es el estado actual de la catequesis en España?. Es una pregunta difícil, no sabría englobar todo en una  respuesta. Creo que hay lugares en los que se están haciendo intentos de  cambiar, pero hay otros en los que es difícil hacer las cosas. Creo que  
hoy como nunca, la Iglesia posee una teoría sobre catequesis increíble,  sobre todo la que están concentrada alrededor del directorio de  catequesis del 97, y toda la reflexión que se está haciendo ahora sobre  la Nueva Evangelización. Pero resulta que cuando nos llega esta teoría,  ya el mundo y la Iglesia en la que esta teoría se hizo, ha cambiado.  Entonces, ¿qué hacemos ahora? 
Sabemos qué es la catequesis, pero no cómo meterla en la realidad de la iniciación cristiana. Tenemos cosas muy bonitas, pero la realidad es nueva.
 Preparando la revista Catequistas para el próximo curso, hemos decidido crear una sección que se va a llamar Escenarios Abiertos.  Y uno de los escenarios sobre el que he reflexionado es éste: hasta  ahora en la catequesis lo que hacíamos era transmitir y hacer más  llevadero, acogedor y, en el fondo, disfrazado, el mensaje. Todas las  cosas estaban pensadas para que el mensaje corriera mejor. Pero lo que  vemos es que no. Que los niños acaban la comunión y la confirmación, y se acaba todo lo demás también.  No continúan el camino en la comunidad cristiana. Entonces, yo creo que  hay una nueva perspectiva, un escenario, que es insistir en cómo  cambiamos las personas, cómo la persona va madurando. Y esto no es  solamente cuestión de saber, sino de ser. Para que el saber vaya  calando.
-¿No debería cambiarse el concepto de catequesis orientada a lo  sacramental (comunión, confirmación, etc.) y comenzar a entenderla como  un proceso de permanencia y de crecimiento cristiano? Sí, esto es muy importante para mí. Hay una catequesis en la Iglesia española que está fundamentalmente basada en la preparación para los sacramentos.  Pensar la catequesis como comienzo del itinerario en la parroquia sería  un cambio muy grande. Por otro lado, creo que la catequesis por edades  es un gran problema. En la familia el niño va creciendo, y los padres no  tienen pautado qué le tienen que enseñar cada año. Depende de sus  propias experiencias, de la comunidad familiar en la que se encuentra...  Esto habría que aplicarlo a la Iglesia. El problema es que hemos delegado a los catequistas demasiadas cosas. Cuánta gente ha estado en los salones parroquiales pero no conoce prácticamente el templo, ni la comunidad cristiana. Hemos creado compartimentos estanco, por ámbitos y edades. Por tanto, hay que recuperar la vida en comunidad, que la comunidad participe,  como en el catecumenado primitivo, que no sólo lo hacían los que se  iban a bautizar, sino que la comunidad los acompañaba. La comunidad  estaba presente. En cambio, ahora las comuniones pasan, en muchos  sitios, al margen de la comunidad.
Creo que toda reflexión sobre la  catequesis ahora está muy paralizada, porque cuando llegas a lo  concreto, lo que tocas no es el libro de texto ni el catecismo, sino el  papel de la misma comunidad cristiana y su implicación en la catequesis.
-¿Deberían, entonces, implicarse y responsabilizarse de la catequesis todos los miembros de la comunidad? Sí, y también deberían variar determinados elementos de la  catequesis según el contexto geográfico en el que vivimos. Lo  fundamental no. Y lo fundamental para mí es que no se es cristiano sencillamente porque se sabe la religión cristiana.  La charla más bonita que yo recuerdo sobre Jesús de Nazaret se la  escuché en París a un tal Garaudy, que era comunista, se hizo cristiano y  después acabó en el Islam. Comenzó la charla diciendo "que conste que  en este señor yo no creo". Pero nos dio una charla sobre Jesús de  Nazaret. Es decir, que se puede saber mucho sin que el saber haya  influenciado nuestro corazón y lo haya convertido. Esto la catequesis lo  tiene que aprender, porque a lo mejor nos estamos conformando con que  la gente aprenda cosas y repita fórmulas. Está claro que es necesario formular lo que creemos,  yo no estoy hablando en contra de los contenidos. Pero los contenidos  hay que sentirlos, hacerlos propios y dejar que nos cambien. Porque al  final Jesús de Nazaret a lo que viene es a cambiar los corazones y  convertirnos para que creamos en el Evangelio. Deberíamos preguntarnos  qué hicieron las primeras comunidades cristianas para incrementar sus  hijos en el mundo pagano.
-¿Puede ser lo mismo la catequesis que se imparte en las parroquias que las clases de Religión de la escuela? Creo que son dos cosas complementarias. Me parece que la escuela y la formación, también la clase de Religión, no son lo mismo que la catequesis.  Por ejemplo, ¿cómo va alguien a entender lo que es el arte románico sin  unas mínimas ideas de cristianismo? De cómo se vivió y se expresó la fe  en determinados siglos, con palabras y con belleza. Donde no hay  belleza no hay amor. El amor tiene que producir belleza, tiene  que producir hacia el exterior lo que creemos de manera atrayente, que  muestre que vale la pena. Donde no hay belleza, no sé qué fe hay. Hay  algunas iglesias donde no se cuida la belleza, donde todo es  chabacano... pero no puede dar lo mismo una cosa que otra. La fe vivida,  como el amor, necesita expresiones bellas en palabras y bellas en  realización. Los niños hacen y regalan cosas bellas en el día del padre y  de la madre. La vida humana se expresa a través de cosas bellas.
-¿Resulta novedoso el estilo de las catequesis de Francisco? El estilo es completamente distinto, sí. Y me encanta. Creo que Benedicto XVI aportó a la comunidad cristiana un pensamiento serio y fuerte,  y con el tiempo creo que será realmente reconocido y aplaudido. Eso era  válido y necesario desde lo académico. Ahora lo que estamos viendo es  la realidad de alguien cercano, que tiene en cuenta cómo es la gente, su lenguaje...  Esto para mí, como cura, cuando predico o cuando tengo que hacer una  homilía, es fundamental, porque me doy cuenta de que me hago cercano y  me hago inteligible en la medida en que eso que anuncio y que predico  antes ha sido pasado por la turmix de mi corazón, por mi vida y no sólo  por la teoría.
Por ejemplo, el domingo del Corpus se lee en el  Evangelio de Lucas la multiplicación de los panes y los peces. Hay un  momento en el cual el texto dice que Jesús y los discípulos vienen de la  tarea misionera, y deciden ir a descansar a un lugar tranquilo.  Entonces yo le explico a la gente que es como si se fueran de  vacaciones, pero se les fastidian las vacaciones porque aparece la  multitud. Y entonces Jesús se da cuenta de que se tiene que dedicar a predicar y a curar.
Creo  que estas ideas vienen cuando das muchas vueltas al texto y a la  Biblia, y te das cuenta de que eso que pasó me está pasando, eso que fue  está siendo. Porque hay veces que el anuncio del Evangelio no te deja descansar, y te das cuenta de que eso es lo que hizo Jesús de Nazaret. Hay que ser capaz de traducir.
Detrás de cosas que parecen muy sencillas y muy cercanas no hay superficialidad, hay una profundidad muy grande,  tanto de los contenidos como de la misma vida personal, que lo hace más  atractivo, como cualquier ejemplo fantástico. En este sentido, creo que  las catequesis de Francisco son preciosas y sencillas. Hoy necesitamos  lo sencillo (que no lo simple), y lo más profundo es muchas veces lo más  sencillo.
-Usted ha escrito "Cartas sobre la fe". ¿Es un libro para la reflexión y la catequesis con jóvenes y adultos? Sí. Yo llevo la catequesis para los padres en un colegio de las  religiosas del Divino Corazón. Ya llevo muchos años. Al final de la  charla les escribo siempre una carta como resumen de lo dicho. Una vez  uno me dijo "los curas no hacéis nada más que echar rollos", así que a  esas cartas las llamo rollos. "Ahora ustedes no se marchan hasta escuchar el rollo", les digo.
En  el libro he recopilado las cartas sobre la fe que durante años he dado a  estos padres, para contribuir de alguna manera, en el Año de la Fe, a  los que están implicados en catequesis de adultos. Hago mucho hincapié  en Abraham, que es un señor que me encanta, y que es el padre de los  creyentes. Es una figura interesantísima.
En el episodio del  sacrificio de su hijo, por ejemplo, aunque parece que el Dios del  Antiguo Testamento tiene un poco de mala uva, lo que le está pidiendo a  Abraham es que demuestres hasta qué punto se fía de Dios. Hay que fiarse  hasta el final. El compromiso de amor es el culmen de la confianza.
-"Ser catequista, hacer catequesis" es otro de sus libros publicados con CCS. ¿Qué significa ser catequista? En este libro recogí los cursos que daba a los catequistas en las  parroquias. Generalmente la gente te pregunta cómo debe hacer las  cosas, y esos "cómos" se deben sustentar en algo. Yo he escrito algunos  libros sobre dinámicas, hasta que un día me propuse no volver a hacerlo  jamás, porque vi cómo algunos ponían en práctica en las catequesis lo  que yo había escrito. Yo pensaba "¡no, no, eso no es lo que yo he  querido decir, me han hecho de la dinámica un juego!". Entonces, me di  cuenta de que la gente quiere saber qué tiene que hacer, pero que el hacer tiene que estar bien colgado de un ser. Si no, todo es postizo. Tiene que haber un tronco, una realidad y una raíz a partir de la cual puedas hacer cosas.
La  revista nació también para eso, para que los catequistas (igual que los  médicos tienen una revista de medicina), pudieran tener una revista de  formación. A eso he dedicado toda mi vida.