Queridos fieles diocesanos:
1. Desde niños conocemos muchos que la devoción al Santo Rosario y el día del Domund, son dos hitos fijos en el recorrido cristiano del mes de octubre.
Fijándonos en el ROSARIO sabemos que es una devoción esencialmente contemplativa que nos alienta a mantener viva nuestra fe y nos ayuda a vivirla con alegría y entrega a favor de lo que Dios
espera de cada uno, especialmente acompañados de nuestra Madre del
cielo.
Un teólogo de nuestros días, el Dominico Edwar Schillebeeckx, nos describe las riquezas que contiene esta oración mariana. Escribe:
“El Rosario es símbolo de fe sintético y psicológico en forma de plegaria meditada; es una plegaria que resume todo el dogma redentor… Orando el pueblo de Dios se ancla más fuertemente en los dogmas de la fe. Rezando el Rosario… se identifica con María en la evolución de su vida con Cristo y revive, por Él en la fe, la esperanza y la caridad, todas las fases de la vida de Cristo”.
2. Rezado en público el Santo Rosario es una solemne oración dialogada. Lo que se pretende con ello es enseñar a los fieles, sobre todo a las nuevas generaciones, a pensar y meditar sobre los fragmentos intercalados de la vida del Señor y de la Virgen, es decir, sobre lo que se enuncia en cada misterio. Se nos invita a profundizar en el amor a Nuestro Señor Jesucristo y a Nuestra Señora, para tratar de imitar lo que amamos. Hemos de procurar evitar que el rezo del Rosario, tanto en público como en privado, se haga deprisa o de cualquier manera.
Difícilmente se podrá conseguir que la dignidad, atención y devoción de esta preciosa oración obtenga sus frutos, si se hace con precipitación y falta de sentido. Debería ser un propósito en nosotros cuidar y revisar cómo se reviven en nosotros los momentos más importantes y significativos de la historia de la salvación, acompañados de nuestra Santísima Madre.
3. El Rosario es una oración sencilla y accesible a todos: grandes, pequeños, laicos y clérigos, cultos y menos formados. Es la oración, sobre todo de los ancianos y enfermos. Cerca de ellos, al alcance de sus manos, suele estar el Rosario y lo ven sus hijos y sus nietos. Propongamos, especialmente durante este mes, ser apóstoles del Rosario. Quien, como María y juntamente con ella, conserva y medita asiduamente los misterios de la vida de Jesús, va asimilando progresivamente sus mismos sentimientos. Quien experimenta personalmente la belleza y profundidad de esta oración será un apóstol de este bendita oración. Sacerdotes, padres y abuelos, catequistas y educadores: pongan en manos de un niño o de una niña bien pronto el Rosario, recen con ellos, y estará creciendo y haciéndose un buen cristiano.
4. Los comienzos del nuevo curso pastoral de nuestra Iglesia diocesana son buena ocasión para rezar y caminar unidos de la mano de Jesús y de la Santísima Virgen del Rosario.
Nuestro propósito fundamental es ser levadura que transforme la sociedad en que vivimos con la luz del Evangelio de Jesucristo. Siguiendo las orientaciones del Papa Francisco en su Exhortación Evangelii gaudium, debemos salir de nuestras comodidades y atrevernos a llegar a todas las periferias que necesitan de esa luz. Nos invita a una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría. Les invito a todos a poner en el rezo del Rosario estas intenciones y las demás propuestas del Plan diocesano de Pastoral diocesano que hemos de procurar dar a conocer, bajo el título: “La alegría que renace de Jesucristo”.
¡Santísima Virgen del Rosario, intercede por nosotros!
Con mi saludo y bendición.
Ramón del Hoyo Lopez
Obispo de Jaén
No hay comentarios:
Publicar un comentario